No recuerdo como termine ahí, pero ahí estaba, en la piscina pastoreando enanos de entre 4 y 6 años.
Intenté que entraran de brinco, y uno de ellos se paraba indeciso en la orilla, pero al final lo hizo.
Cuando lo atrape en el agua le pregunte que le paso y me dijo "es que a mis huevitos se querian esconder, pero al final como quiera brinque".
Tan fácil que es reconocer el miedo cuando se es pequeño, ahora somos tan cobardes que ni siquiera podemos reconocer cuando lo sentimos.